COP3 Procesos de baja calidad
>> miércoles, 29 de julio de 2009
Ahora que la crisis aprieta y el estado es incapaz de tomar medidas creativas para impulsar el tejido industrial español, cosa que ya intuíamos. Las empresas, sobre todo las PYMES pueden dejar de auto compadecerse y tomar las riendas de su negocio.
Si uno se da una vuelta aleatoria por muchas de nuestras pequeñas y medianas empresas se dará cuenta que el siglo XXI todavía queda muy lejos. No han sido capaces de ponerse al día, o simplemente no saben más. No me vale. Juegan con la perdurabilidad de su negocio y con las muchas famílias que viven de él.
Tener un negocio es una responsabilidad, y el que no lo entienda de esta manera estará condenado al fracaso. Seamos un poquito serios.
Una de las frases que más se escuchan en muchas de estas empresas es: -es que siempre lo hemos hecho así.
COP3 son las siglas del inglés: costes por procesos de bajo rendimiento. Término acuñado por el Instituto Juran. Y del cual no escucho mucho hablar , y es una pena.
Esto significa que nuestro procesos productivos tienen una serie de errores que hemos adoptado como normales y que al compararlos con nuestros estándares de calidad no los detectamos pues creemos que son parte indisociable del mismo. Y como siempre ha sido así no hacemos nada para cambiarlo.
Ésto trae a la empresa una serie de problemas de difícil solución sino los detectamos. Y para ello hay que tener voluntad de hacerlo y estar dispuesto al cambio. No puede ser que trabajemos igual que hace 30 años.
Los COP3 llevan asociados una gran cantidad de problemas que sólo unos pocos son visibles, como si de un iceberg se tratara. Muchos de ellos pueden ser crónicos, pero el solo hecho de intentar corregirlos ya es un gran paso hacia el cambio de mentalidad. Hacia el cambio de cultura. Debemos de adelantarnos a los problemas y no que éstos nos alcancen sin previo aviso.
Imaginaros una empresa que fabrica tornillos. Y de cada mil tornillos, 50 son defectuosos. Ello trae consigo muchos costos asociados: reproceso, mermas de material, inspección del producto acabado, demoras. Y no hablemos de los tornillos defectuosos que pueden llegar al cliente final: gestión reclamaciones, resolver quejas, satisfacer garantías, acumular deudas incobrables, errores de facturación, costes por demora... etc.
Como veis el problema es grave y ésto es el día a día de nuestra industria. Todo ello merma nuestra eficiencia y capacidad competitiva. Y no siempre se trata de fabricar más, sino de fabricar mejor.
Los sistemas contables no suelen contemplar estos gastos o simplemente no los detectan. La empresa funciona con aparente normalidad y el destrozo es de considerable embergadura.
El empresario culpabilizará a los operarios, colaboradores o simplemente se resignará y acabará hundiendo el negocio. Negocio que parecía ser muy próspero. ¿ Si cumplíamos todas las normas de calidad ? ¿ Les suena?